Ruta mágica para hacer Paddle Surf en Cádiz
¿Alguna vez has contemplado un Parque Natural sobre una tabla de Paddle Surf? ¿No? Entonces acompáñanos por la desembocadura del Guadalquivir a su paso por Sanlúcar de Barrameda. Justo donde el horizonte se fusiona con la oscilación equívoca de la bruma, nos espera Doñana.
Por Guillermo Gatsby
¡Cádiz! Escribe Torricheli en un artículo publicado aquí sobre Yerbabuena y su playa salvaje: “Cádiz es la acuarela de unos atardeceres que deberían ser declarados Patrimonio de la Humanidad, una ruta para perderse entre calas y bosques, un muestrario de playas infinitas con arenas doradas y aguas límpidas, una sierra salpicada de pueblos blancos, un domingo de carnaval, el comercio de América y el liberalismo de las Cortes de 1810, la cuna del flamenco y del vino de jerez, la Caleta y el recuerdo del Malecón de La Habana sin viajar a Cuba, ruinas romanas con vistas a Tánger, el Parque Natural de Doñana…”
Cádiz es surf, y también mil rincones para practicar el deporte de moda, uno de los que más amamos en SingleQuiver: el Paddle Surf. Ningún lugar, sin embargo, más memorable, más evocador, en la provincia de Cádiz, que la desembocadura del Guadalquivir a su paso por Sanlúcar de Barrameda. Imposible no recordar los versos de Antonio Machado:
¡Oh Guadalquivir!
Te vi en Cazorla nacer;
hoy, en Sanlúcar morir.
Un borbollón de agua clara
debajo de un pino verde,
eras tú, ¡qué bien sonabas!
Como yo, cerca del mar,
río de barro salobre,
¿sueñas con tu manantial?
Algunos dicen que el Guadalquivir – el Tartessos de los fenicios, el Betis de los romanos, el Guad-el-québir de los árabes – acaba donde empieza América. No en vano por sus aguas salieron barcos e ideas rumbo al Nuevo Mundo y entró la riqueza derrochada por los Austrias españoles en las guerras de Europa.
Pero, metáforas aparte, el Guadalquivir se extingue en Sanlúcar de un modo más bien doméstico, cansado de serpentear, de dibujar acusadas curvas, apretados meandros que enternecen el paisaje, cansado de arrastrarse por las monótonas marismas. El mar le viene al encuentro ensanchando su cauce, a fin de que sea grandioso y digno lugar para el abrazo de los dos potentes soberanos: el de las aguas mansas y dulces y el de las aguas saladas, añiles, agitadas por el viento atlántico.
El último tramo del Guadalquivir es navegable. Para explorar su desembocadura con una tabla de SUP lo mejor es salir de la misma Sanlúcar y remar desde allí río arriba con el espléndido paisaje del Coto de Doñana como horizonte.
No, uno no puede irse de la provincia de Cádiz sin visitar Sanlúcar. Sin ver cómo el Guadalquivir da su último suspiro. Sin contemplar su fusión con la mar de Sanlúcar. Un momento eterno, sobre todo al amanecer.
En Paddle Surf con el Parque Doñana a la vista
Nosotros no habíamos estado en Doñana hasta este verano, cuando siguiendo el consejo de un amigo echamos mano de nuestras tablas de Paddle Surf para disfrutar el espléndido paisaje de este Parque Natural de una manera diferente.
La ruta que hicimos, y que proponemos aquí, empieza en la misma Sanlúcar, en el pantalán de la playa de Bajo de Guía, y termina en La Plancha, dentro ya del Parque Natural de Doñana, ya en la otra orilla del río. Por el camino, siempre remontando la desembocadura del Guadalquivir, conseguimos unas vistas únicas e ininterrumpidas de Sanlúcar: Bajo de Guía y el Barrio Alto, el baluarte de san Salvador, la playa de Bonanza. Y enfrente, entre la mar y la boca del río, las dunas y el pinar venerable de ese territorio edénico llamado Coto de Doñana.
Nuestro amigo no exageraba: las vistas de Doñana son espectaculares desde el agua. Mientras remas desde la orilla de Sanlúcar, el Coto parece interminable y casi impenetrable, tan tupidos son sus altos cañaverales, tan llano, caliente y brumoso su horizonte, apenas perturbado por señales de vida. Y no obstante, es uno de los más ricos refugios de fauna silvestre de Europa. Con suerte, incluso puede que veas un rosado y voluble flamenco desplazándose con el viento del atlántico.
La Plancha está a unas dos millas de Sanlúcar. No lejos de allí creyó Schulten haber encontrado los restos del reino de Tartessos. El arqueólogo alemán se equivocó. Pero, como dice Caballero Bonald, no importa. Cualquier día, en alguna de las desembocaduras olvidadas del Guadalquivir, alguien descubrirá el primer rastro de un emporio cultural ya mítico: el de la civilización tartésica, esa primera monarquía del mundo antiguo donde se escribían las leyes en verso sobre tablas de oro.
Por supuesto, nosotros no hallamos sombra alguna del reino de Argantonio, de quien Herodoto dice que vivió 120 años. Y ni falta que hace; el paisaje recompensa con creces el esfuerzo.
GUÍA PRÁCTICA para una Ruta en Paddle Surf en Cadiz
¿Cómo llegar a Sanlúcar?
Sanlúcar de Barrameda está a 50 kilómetros de Cádiz, menos de cuarenta minutos. No hay tren y tampoco aeropuerto. La mejor manera de llegar es en coche.
¿Qué tabla de Paddle Surf utilizar?
Estos son los SUP hinchables que os recomendamos para esta ruta de Stand Up Paddle.
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¿Qué ver en Sanlúcar de Barrameda?
No se puede contar. Pasear por Sanlúcar, desde Bajo Guía al Barrio Alto, es un placer minucioso. Hay patios de elegantísima factura, casonas de mucho empaque, iglesias magníficas, calles y bodegas deliciosas.
Para la historia quedan algunos momentos memorables. Hay que recordar que de aquí zarpó Colón en su tercer viaje y partieron Magallanes y Elcano para surcar mares quiméricos. Y también hay que recordar que en el siglo XIX Sanlúcar contó con el apoyo y la predilección del duque de Montpensier, un legendario, oscuro y apasionante príncipe francés que adoptó nuestra tierra como propia. De hecho, entre el viejo palacio de los duques de Medina Sidonia y el de los infantes de Orleans cabe una buena parte de la historia de España de los últimos siete u ocho siglos.
Además de esos dos palacios, sin duda los edificios más característicos de la ciudad, merecen una visita:
Castillo de Santiago: construido entre 1477 y 1478. Para apreciar desde lo alto Sanlúcar, Doñana y la desembocadura del Guadalquivir puede acudirse a la torre del homenaje. Cuenta la leyenda que la reina Isabel la Católica vio por primera vez el mar desde allí.
Iglesia de Nuestra Señora de la O. Se encuentra en la plaza del Conde de Niebla, y es el templo más antiguo de Sanlúcar. Su aliciente principal es el bello artesonado de estilo mudéjar.
Iglesia de Santo Domingo. En su interior encontramos el panteón de la casa ducal de Medina Sidonia.
A un paso de la playa de Bajo Guía, la calle del mismo nombre acoge buena parte de la oferta gastronómica de Sanlúcar. Por supuesto, uno no puede marcharse de aquí sin degustar sus célebres langostinos.
De Sanlúcar a Cadiz
A unos 11 kilómetros de Sanlúcar está Chipiona, cuya fundación se remonta a la época romana. Y un poco más allá, Rota, que ha sabido conservar su estampa marinera de toda la vida. De la primera hay que ver el Faro, que presume de ser el más alto de España. De Rota, el barrio de pescadores, las murallas medievales y el castillo de Luna, del siglo XIV.
27 kilómetros separan Rota del Puerto de Santa María, la ciudad del poeta Rafael Alberti y uno de los rincones más célebres de Cádiz por su gastronomía y ambiente nocturno. Más allá, Puerto Real y San Fernando completan la ruta de los puertos.
▷ ¿Qué ver en Cádiz?
Y llegamos a Cádiz. Desde el mar, parece una ciudad de perfil bizantino, una ciudad repleta de cúpulas y torres, con un cielo superpoblado de gaviotas. No es Florencia, pero en ella, de tanta belleza como contiene, se podría sufrir algo parecido al mal de Stendhal. Portal atlántico, confín del mundo conocido, base del no más allá de las Columnas de Hércules, Cádiz fue también puente hacia América, encrucijada de rutas y comercios. Y todo eso, claro, se nota.
A los atardeceres de La Caleta hay que sumar la soberbia panorámica que se contempla desde la Torre de Tavira. Después de esas dos visiones gloriosas, lo mejor es perderse sin rumbo determinado y entrar donde buenamente se pueda. En la Plaza de Abastos, con un mercado de pescados verdaderamente fastuoso; en alguna de las tabernas que menudean por el Pópulo; en el antiguo convento de los Capuchinos para ver los cuadros de Murillo; en alguna de las mansiones dieciochescas del barrio de San Carlos…
A la vez recóndita y extrovertida, anclada en el punto donde se cruzan los rumbos de tres continente, Cádiz, como aconseja Caballero Bonald, es una ciudad que hay que agotar con emocionada paciencia. Calle a calle, la vieja ciudad fundada por los fenicios nos va desvelando su historia y su protagonismo colonial: las murallas de Puerta Tierra; la catedral; las innumerables torres vigías; el Monumento a las Cortes de 1812; el parque Genovés y la Alameda Apodaca; el olor a ultramar que aún parece aferrarse a las esquinas de Santa María y del Pópulo; los cañones que no dejaron pasar a las tropas de Napoleón…
Sí, uno podría escribir de Cádiz horas y horas. Pero ya es hora de terminar, y como corresponde, lo haré hablando de restaurantes.
Dónde comer en Sanlúcar de Barrameda
Casa Bigote, en Bajo de Guía. Es un clásico. Tiene una barra bien surtida de tapas y una terraza al Guadalquivir que bien merece ya la visita. Es aconsejable ir pronto, porque es de los restaurantes más populares de Sanlúcar.
Casa Balbino, en la Plaza del Cabildo. Taberna típica donde las haya. Si quieres probar las mejores tortillitas de camarones, buenos guisos marineros y los increíbles langostinos de Sanlúcar este restaurante es una apuesta segura.
Avante Claro, en Pórtico de Bajo de Guía. Mi favorito, con una deliciosa terraza frente a la playa y a Doñana. El arroz marinero de escándalo.
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