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PLAYAS Y OLAS PARA HACER SURF EN SAN SEBASTIAN Y ALREDEDORES

El surf entró en España por Euskadi y no es ningún secreto que el litoral vasco atesora olas de locura. En otras ocasiones hemos cogido el avión y volado en busca de rompientes de leyenda como Pipeline, en la North Shore de Hawai, o visiones perfectas como Uluwatu, el milagro constante de Bali. Hoy nos quedamos otra vez en casa para completar nuestro recorrido por las mejores olas del País Vasco. Si en la anterior entrega de nuestro Atlas de Olas nos ocupamos de la costa de Bizkaia, ahora os hablamos del mejor surf que puede ofrecerte Gipuzkoa, desde Mutriku hasta Hondarribia, pasando por Zarautz

POR GUILLERMO GATSBY

Mundaka, sin duda nuestra ola más especial, puso a Euskadi en el mapa del surf internacional. Muy larga y muy tubera, la ola de Mundaka es el gran santuario del surf vasco, un lugar de peregrinaje que alcanza su esplendor entre los meses de septiembre y febrero.  Pero “la barra” no es la única rompiente que merece la pena visitar en la costa vasca con una tabla de surf bajo el brazo. Playas salvajes y urbanas, bahías, desembocaduras de ría, lastras y arrecifes de roca… Resulta que el País Vasco cuenta con una costa ideal para practicar el surf, con spots muy capaces de brindarte días mágicos.

A continuación os hablamos de los mejores lugares para hacer surf en Gipuzkoa, un tramo de costa muy bien surtido por los dioses del mar océano, con múltiples spots de excelente calidad. Feliz lectura y felices olas.

SURF EN DEBA

La playa de Deba es un lugar perfecto para aprender a practicar el surf. Con picos de izquierda y derecha que cambian según los fondos de arena, sus olas son limpias y de largo recorrido, aptas para surfistas de todos los niveles.

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Ola de Deba

SURF EN ZUMAIA

La playa de Itzurun es de una de las más bellas del litoral vasco. Sus acantilados verticales sirven de coliseo a olas de izquierdas y derechas que cambian mucho en función de las mareas. Aquí, con marea alta, hay una orillera que rebota contra el acantilado y forma una verdadera rampa de despegue, perfecta para que los bodyboarders practiquen las maniobras más radicales.

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Olas playa Itzurun

SURF EN ORRUA

Situada en las inmediaciones de la carretera que une Getaria y Zumaia, la derecha de Orrua pasa por ser la mejor derecha de lastra de roca de toda la costa vasca. Rompe con mucha fuerza y, por lo general,  cae en media marea. Es la continuación de Roka Puta, que empieza a funcionar cuando Orrua se pasa.

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Olas Orrua – Fotografía: Eneko Gaitero Graells

SURF OLAS GRANDES ROKA PUTA

Roka Puta es una ola potente y larga que puede llegar a alcanzar los 6 metros, una vasta fuerza de agua salada que hace desaparecer el horizonte. Cantera del surf XXL, aquí han afilado su Big Surf tipos como Ibon Amatriain, que ha tenido el privilegio de ser invitado al Eddie Aikau, la prueba de olas grandes más célebre del planeta, o Axi Muniain, que nos ha regalado bestiales cabalgadas. Roka Puta es, además, uno de los spots del País Vasco más visitados por algunos de los bigs rides más punteros de la escena internacional. Natxo González es un incondicional de esta ola violenta y realmente aterradora.  Y Grant Twiggy Baker otro. Éste último ha llegado a decir que Roka Puta es una de las mejores olas que ha surfeado. Desde la carretera, en los días grandes, el espectáculo es digno de admiración. No hace falta decirlo, pero por si acaso: sólo para expertos.

SURF EN GETARIA

El arenal de Gaztetape se encuentra al oeste del monte san Antón, el icónico Ratón de Guetaria. Playa abierta al mar de par en par, cuenta con spots de izquierdas y derechas aptas para surfistas de todos los niveles.

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Olas playa Gaztetape

SURF EN ZARAUTZ

Y llegamos a Zarautz, la reina de las playas del País Vasco, la capital del surf gipuzkoano y una de las mayores canteras de surfistas de toda Europa. De aquí han salido Hodei Collazo y Aritz Aranburu. Y antes que ellos, Ibon Amatriain, maestro y leyenda del surf XXL.

La playa de Zarautz cuenta con múltiples rompientes de calidad excelente y es una parada obligatoria para surfistas de todo tipo. Sede de importantes citas del calendario competitivo, constituye también un lugar perfecto para iniciarse en el surf, ya que tiene una gran oferta de escuelas.

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Olas playa de Zarautz. –  Fotografía: Fernando Fariña

SURF EN ORIO

Nuestro siguiente destino nos lleva a playa de la Antilla, principal arenal del pequeño pueblo marinero de Orio. Junto a la desembocadura del Oria y al abrigo de un monte que se desploma a pico contra el mar, esta playa ofrece varias olas. Destaca la izquierda del espigón, que da juego los días grandes, y la derecha que rompe en el centro de la playa, mucho más constante.

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Olas playa de la Antilla  –  Fotografía: Álvaro Casal

ZURRIOLA, SURF EN SAN SEBASTIÁN

No podía faltar. Situada en el barrio de Gros y vigilada de cerca por la fachada de cristal rugoso de El Kursaal, la Zurriola es la playa más surfera de Donosti y también uno de los destinos estrella del surf vasco.  Hay quien piensa que las olas en la Zurriola eran mejores antes de que se derribara el viejo muro de Gros. Y puede que así sea. Pero lo cierto es que esta playa urbana por excelencia ofrece hoy mayor número de olas. Olas de calidad indiscutible y muy constantes durante todo el año. La Zurriola es también escenario del Jazzaldi y acoge competiciones de surf, bodyboarding y skate.

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Olas playa de la Zurriola

SURF EN HONDARRIBI

Junto a la desembocadura del río Bidasoa. Se trata de un spot alternativo para los días de maretón; una derecha larga y juguetona que rompe junto al espigón y da buenas sesiones en invierno.

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Olas playa de Hondarribia junto al espigón

CUANDO IR A GIPÚZKOA PARA HACER SURF

La mejor temporada para practicar surf en Guipúzcoa abarca los meses de septiembre a marzo. Si quieres tener más probabilidades de surfear buenas olas, te recomendamos que vayas entre esas fechas. A partir de abril, disminuye la constancia de olas. Y los meses de julio y agosto puede que rasques algún baño, pero para nada es la mejor época de surf. Y es que el verano, pese a ser la estación del año con más cantidad de gente en el agua practicando o iniciándose en el surf, constituye la época de menor constancia de olas de todo el año.

Antes de viajar, te recomendamos echar un vistazo a la previsión de olas en Donostia y visitar «webcam zurriola» para hacerte una idea del estado de las olas. La Zurriola webcam ofrece imagenes en directo del estado de la playa. Algo muy útil para elegir bien la tabla del día.

QUÉ TABLA DE SURF LLEVO PARA HACER SURF  EN  GUIPÚZCOA

Todo dependerá del mes en el que viajes. Si viajas al Pais Vasco entre septiembre y diciembre, lo mejor será que te hagas con una tabla apta para las condiciones más exigentes. Esta época del año además de ser la de mayor constancia de olas exige cierto nivel para poder entrar al agua.

✓ Ghost Pyzel

La Ghost de Pyzel Surfboards es una tabla high performance diseñada para surfear olas huecas y potentes. Como las que tenemos en el cantábrico en otoño.

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✓ Hot Knife Chilli

La Chilli Hot Knife es una buena tabla para surfear en la playa de Gross. Puedes leer nuestra review completa aquí.

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Hot Knife opinión de nuestro equipo

✓ Maguro Sharp Eye

Si eres de los que les gusta el rollo twinfin y surf más retro, la Maguro de Sharp Eye es tu tabla. Este twinfin nos ha cautivado este verano por su poder de remada y su poder de aceleración.

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✓ Chilli Faded

La tabla de surf Faded de Chilli Surfboards nace a partir del modelo Fader de la marca australiana Chilli. Esta es una tabla en la que puedes confiar. Si tuvieras planificado un viaje de surfing visitando los mejores spots de surf del mundo y sólo tuvieras espacio para una tabla de surf, esta sería tu tabla.

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Chilli Faded

✓ Al Merrick New Flyer

La tabla de surf Al Merrick New Flyer Channel Islands Surfboards es una tabla de surf hibrida corta y ancha. Una tabla fácil de surfear, que perdona los errores.

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Al Merrick New Flyer

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✓ Pyzalien 2

Para los días pequeños, nuestra recomendación es la Pyzalien 2. Puedes leer nuestra opinión sobre esta tabla en nuestra sección de Reviews Tablas Surf.

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Pyzalien 2

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✓ CI Mid

Posiblemente la tabla de surf más demandada del momento. La CI Mid de Channel Islands es una tabla todo terreno que vuela sobre las olas más planas y pequeñas. Si eres de los que les gusta el surf más retro, una midlenght no puede faltar en tu quiver para un viaje de surf al cantábrico.

Echa un vistazo a nuestra REVIEW de MID LENGHTS AQUÍ

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Al Merrick CI MID disponible en Singlequiver.com

Si eres de los que sueña con olas verticales, rápidas y tuberas como las que da Zarautz entre octubre y marzo, nuestra recomendación es la Pukas 69er, cuya review podéis disfrutar aquí. Otro modelo de tabla muy bueno para surfear  esos meses en en la costa del cantábrico es la Dark de Pukas. Una tabla de surf polivalente y rápida. Por algo ha ganado el premio a segunda mejor tabla de surf 2019 no? Para más información sobre esta tabla, echa un vistazo a nuestra review.

De cualquier forma, antes de viajar te aconsejamos que mires las previsiones de olas para esos días y en función del parte escojas la tabla más adecuada.

Estas son para nosotros las 5 mejores aplicaciones de previsiones de olas en las que puedes mirar las previsiones olas en San Sebastián.

QUÉ TRAJE DE NEOPRENO ME PONGO PARA HACER SURF  EN  ZARAUTZ

La elección del traje de neopreno, dependerá de la época del año en la que viajes.  De Enero a Febrero la temperatura del agua ronda los 12 grados. Es por ello que en esta época te recomendamos utilizar un neopreno de 5 mm de espesor. Es decir, un 5/4/3 o un 4/3 con gorro, escarpines y guantes.

Si viajes a Zarautz de Marzo a Abril, la temperatura del agua es algo más agradable y sube hasta los 13 grados. Aún así y si no quieres pasar frío continuamos con la misma recomendación de neoprenos. 4/3 o incluso 5/4 dependiendo de la temperatura exterior.

De Mayo a Junio, el agua sube hasta los 15 grados. Esto nos permite abandonar el 4/3 mm y pasar a un 3/2. El mejor traje de neopreno 3/2 que hemos tenido ocasión de probar es el Oneill Hyperfreak Comp 3/2 mm. Un traje que nos ha cautivado tras haberlo testeado y cuya review completa podéis leer en nuestra sección de Neoprenos o haciendo click aquí.

De Julio a Agosto, es la época del año con el agua más caliente. Entorno a los 19 – 21 grados. Aquí os recomendamos un 2/2 mm como el Hammer de Oneill. o incluso surfear en bañador los días soleados.

Entre Septiembre y Octubre puedes continuar con el 2/2 o si eres más friolero pasarte a un traje 3/2 mm.

Y por último Noviembre y Diciembre es hora de sacar nuevamente del armario el 4/3.

Esta es nuestra recomendación de trajes de neopreno para un Surftrip a Zarautz Otoño:

✓ Hurley Advantage Plus 4/3mm

El advantage plus es un traje súper cómodo y caliente.  Incorpora cremallera en el pecho que se puede abrir por los dos extremos. Con un diseño suave y hermético es fácil de poner y de quitar. Además su innovador sistema de cierre te permite utilizar una única mano para asegurar la abertura del pecho. Disponible en nuestro Outlet Neoprenos.

OUTLET NEOPRENOS

 

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✓ Hurley Advantage Plus Mujer

Para las chicas, nuestra recomendación por precio, calidez, elasticidad y comodidad es el Hurley Advantage Plus 4/3mm.

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Hurley Advantage plus 4/3mm mujer 42% descuento

✓ Premium Supercomp 4/3.5mm

 El modelo Supercomp 4/3.5 de Premium Wetsuits es un traje de surf de gama alta barato. Un buen traje para las más frioleras. Cómodo, cálido y con costuras 100% selladas. Más cómodo el Hurley, más caliente el Premium.

Puedes leer nuestra REVIEW sobre este traje AQUÍ.

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PREMIUM WETSUITS SUPERCOMP 4/3.5 CHICA

Si tienes dudas sobre qué neopreno comprar, consúltanos.

Checklist imprescindibles para un Surftrip a Zarautz

No olvides meter en tu maleta:

  1. Crema de sol (todo el año)
  2. Visera o Gorro para hacer surf: yo uso esta de Ocean & Eart
  3. Cinchas para llevar las tablas en el techo
  4. Poncho para cambiarte a pie de ola
  5. Mochila estanca para llevar el traje, parafina, quillas… a muchos Spots hay que llegar andando o en 4×4.
  6. Un set de quillas de repuesto. Como en todos los viajes de surf
  7. Parafina. Nosotros usamos Sex Wax agua templada.
  8. Kguard para guardar la llave del coche mientras surfeamos
  9. Tapones para los oidos, especialmente en invierno
  10. Un surfskate, en el Pais Vasco hay mucha cultura de skate y hay skateparks guapos guapos para alargar tus sesiones.
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Skatepark Playa de Zarautz

QUÉ VER EN SAN SEBASTIÁN, ZARAUTZ Y EN EL RESTO DE LA COSTA DE GIPUZKOA

Dicen que la costa de Guipúzcoa  tiene clase. Y es verdad. Aquí están Zarautz y San Sebastián, ciudades que aún evocan el recuerdo de aquellos viejos veraneos de la belle époque. Pero también hay pequeños pueblos de pescadores como Getaria, donde nació Juan Sebastián Elcano, el primer navegante que dio la vuelta al mundo, y puertos de juguete como el de Pasajes de San Juan, encantador enclave marinero del que se enamoró Victor Hugo. Y mirando a Francia, Hondarribi (Fuenterrabía), donde cada piedra recuerda una historia.

Mar cantábrico en estado puro. Acantilados de película y villas con agudo olor a sal y pescado, curtidas por el oficio de la pesca, de cabotaje y de altura. No en vano ésta es la parte de la costa vasca en que se inspiró Pío Baroja para crear Lúzaro, aquel pueblo desde el que Shanti Andía escribía sus aventuras. ¿Os acordáis? ¿Os acordáis del viejo personaje de Baroja y su nostalgia por el mar de antaño?:

“Para nosotros los marinos de altura – escribe Shanti Andía – el mar es principalmente una ruta, es casi exclusivamente un camino. ¡Pero qué camino! Yo no olvidaré nunca la primera vez que atravesé el Océano. Todavía el barco de vela dominaba el mundo. ¡Qué época aquella! Yo no digo que el mar fuera entonces mejor, no; pero sí más poético, más misterioso, más desconocido…”

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Puerto Antiguo San Sebastián

Aquí os proponemos varios planes para completar vuestras sesiones de surf. Rutas por lugares curtidos en el oficio de la pesca, que siguen deleitando al viajero con su pintoresco paisaje de barcos multicolores, y por lugares entregados a la Dolce Vita del descanso estival. Rutas también de iglesias y ermitas, que hoy en día son espacios de culto y espectaculares miradores, pero que en el pasado sirvieron de atalayas defensivas. Rutas por acantilados que muestran, a plena vista, la historia geológica de la Tierra. Y playas, innumerables playas, de fina y dorada arena, que conservan el recuerdo de nuestros pasos, rumbo a las olas.

Rutas que, en cierto modo, nos llevan a todas y cada una de las poblaciones costeras que sirvieron a Baroja  como modelo para Lúzaro: Mutriku, Deba, Zumaia, Getaria, Zarautz, San Sebastián, Pasais y Hondarribi ¿Preparados? Empezamos.

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Flysch playa Itzurun (Zumaya)

MUTRIKU (MOTRICO)

Mutriku es la cuna del marino Cosme Damián Churruca, héroe de la batalla de Trafalgar. Su casa natal sigue en pie, en una de las calles que sale de la Plaza Mayor. Muy cerca  encontramos los palacios de Zabiel, de Montalivet, de Galdona y de Olazarra. Y puesto que hemos empezado hablando de palacios, es inevitable mencionar la casa torre de Berriatua, de estilo gótico.

Pero más allá de cualquier descripción puntual, la mejor recomendación para disfrutar esta bella villa marinera es pasearla tranquilamente, con lluvia o sin lluvia, desde la parte alta, salpicada de viejas mansiones señoriales, hasta el puerto.

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Casa Torre de Berriatua – Fotografía: Manuel Fernando

DEBA

Unos 17 kilómetros separan Mutriku de Deba. Y aquí otro casco histórico lleno de encanto, con una iglesia gótica que bien merece una visita. Aunque el recuerdo imborrable  pertenece al paisaje. Las hermosas  playas  de Santiago y Lapari. El flysch negro, colofón espectacular de un paseo que discurre paralelo a los arenales. La deliciosa visión de la pequeña cala salvaje de Sakoneta cuando baja la marea. La panorámica de la costa que ofrece el balcón del barrio de Elorriaga. Y el idílico valle de Lastur, un rincón rural perfecto para practicar  senderismo.

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Valle de Lastur

RUTA DEL FLYSCH

A veces  la naturaleza transforma el paisaje en arte. Otras veces lo convierte en un libro de historia. En los 16 kilómetros de acantilados que van desde Deba a Zumaia la naturaleza ha llevado a cabo las dos cosas. Se trata de el Flysch, una especie de milhojas en el que se intercalan capas duras y blandas formadas por sedimentos y fósiles marinos depositados en el fondo del mar. Son las bellísimas páginas de una enciclopedia que nos permite leer 60 millones de años de la historia geológica de la Tierra.

La ruta se puede  hacer de dos maneras: bien caminando por senderos que bordean los acantilados o bien en barco. Cualquiera de las dos opciones vale la pena. De hecho, uno no advierte el verdadero hechizo de la costa guipuzcoana hasta que no contempla este mágico  paraje acantilado.

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Flysch de Sakoneta

ZUMAIA (ZUMAYA)

Varada junto a la desembocadura del Urola,  Zumaia fue antaño una villa floreciente por sus astilleros, pero hoy es más conocida por la belleza de su entorno. Y es que su playa de Itzurun es una parte estelar de uno de los tramos más espectaculares del litoral vasco. Célebre universalmente por su aparición en Juego de Tronos. Mágica, porque en ella alcanza su máxima expresión el Flysch.

Hay que pasear por la playa de Itzurun, por supuesto. Y después subir hasta la ermita de San Telmo, escorada en los acantilados. Desde allí, con el viento del Cantábrico en la cara, la panorámica del Flysch es indescriptible.

Pero Zumaia es más que un paisaje. Su casco histórico, guardián de hitos medievales como la iglesia gótica de San Pedro,  invita a perderse por sus calles estrechas y empinadas.

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Ermita de San Telmo

Finalmente, una visita a esta evocadora villa marinera no sería completa sin acudir al Museo de Zuloaga, guardián de una colección que resume muy bien la obra del gran pintor vasco.

Dice Muñoz Molina que Zuloaga es un pintor de una carrera muy larga y una obra muy copiosa en la que hay cimas y caídas, pero que rara vez deja de ejercer un impacto tajante cuando nos encontramos con él. Estoy de acuerdo, y más aún después de ver los cuadros que hay en Zumaia. El museo custodia, además, las obras ajenas y los caprichos que el pintor del 98 coleccionó en vida: Goya, Zurbarán, Rodin… Y en medio de todo este festín de formas y colores, una espada nazarí del siglo XV, que pasa por ser la del rey Boabdil de Granada.

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Museo Zuloaga – Fotografía: Jean Michel Etchecolonea

GETARIA

Hay lugares cuya belleza depende de la estación que los ocupe. Algunos son inconcebibles sin sol y otros resultan insulsos sin nieve. Pero también existen lugares que son ajenos a esa condición y conservan siempre su encanto. Getaria es uno de ellos.

Las últimas curvas de la carretera que llega de Zumaia (GI-634) nos permiten asomarnos ya a una de las visiones más deliciosas de esta ruta: el Ratón de Getaria, ese monte suave y verde con forma de roedor tumbado, a cuya sombra se extiende la vieja población  ballenera que guarda impreso en su bandera el recuerdo del colosal mamífero marino.

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Atardecer en el ratón de Guetaria

La seña de identidad de Getaria es ese promontorio de postal, coronado por un faro que enciende su luz cada noche y barre el horizonte marino para guiar a los navegantes. Pero también las estrechas callejuelas de la villa medieval, la hermosísima iglesia  gótica de san Salvador, el puerto donde los barcos descargan sus cajas de pescado y el cementerio, también encima del pueblo, mirando al mar y al amplio y solemne horizonte.

Dice García de Cortázar que ningún viajero que visite este pueblo guipuzcoano permanecerá ajeno a la memoria de su hijo más ilustre, Juan Sebastián Elcano, el primer navegante que dio la vuelta al mundo. Es verdad. Su aventura está muy bien recordada en el soberbio monumento que vigila el puerto, inspirado en la Victoria de Samotracia y levantado sobre un antiguo baluarte de la muralla.

Otro lugar imprescindible de Getaria es el museo dedicado a Cristóbal Valenciaga, junto al palacio Aldamar, antigua residencia de los marqueses de Casa Torre, donde un jovencísimo Balenciaga se inicio en la costura. Merece la pena.

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Monumento de Juan Sebastián Elcano, sobre un antiguo baluarte de la muralla

ZARAUTZ

Antes que los surfistas, de Zarautz se enamoraron la reina Isabel II, que aquí, en el Palacio de Narros, pasó muchos veranos, y el pintor valenciano Joaquín Sorolla, que estuvo con su familia en el verano de 1919. Sorolla plantó su caballete contra el viento de la playa como un fotógrafo plantaría el trípode de su cámara y pintó varios cuadros con los ojos muy abiertos y los pinceles alerta al mar y al momento en que la luz transforma  el paisaje de un momento a otro.  Bajo el toldo es uno de esos cuadros. En él, Sorolla retrató a su mujer y a su hija vestidas de blanco y tal vez, sin pretenderlo, nos regaló una prodigiosa instantánea de aquellos viejos veraneos de la Europa de entreguerras que a mí siempre me recuerdan los versos del poeta Gabriel Celaya, donostiarra sin patria y vasco de todo el mundo:

Hoy podremos bañarnos y seremos felices

confundidos con la mar y con los dioses

Ya entonces los toldos de rayas azules y blancas eran símbolo de la playa de Zarautz. Y ahí siguen, alineados en el espléndido arenal de 2500 metros de extensión, dando color al verano, aunque su atractivo puede disfrutarse también en otoño, invierno y primavera, y con menos gente en el paseo marítimo.

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Playa de Zarautz con sus toldos a rayas

Pero Zarautz no empieza y termina en el mar. De la villa playera al centro histórico hay un salto. Allí destacan la torre Luzea, levantada en el siglo XV en estilo gótico; los conventos de los franciscanos y de los carmelitas; y la iglesia de Santa María la Real. Y en las entrañas de este templo barroco y de la contigua torre del reloj, varios tesoros: una necrópolis medieval y restos arqueológicos que testimonian cinco largos siglos de ocupación romana. Vale la pena visitar este insospechado yacimiento  arqueológico, con suelos de cristal que te permiten caminar como un espíritu indiscreto sobre los hogares, tumbas y calaveras de un Zarautz desconocido.

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Restos arqueológicos de la Iglesia de Santa María la Real  –  Fotografía: Niko Iturralde

Y claro, no puede olvidarse que estamos en uno de los centros gastronómicos del País Vasco, con esa mezcla de tascas y restaurantes de alcurnia que hace de esta villa un lugar único para disfrutar del buen comer.

Un buen plan para bajar la comida es pasear por el  Biotopo Protegido de Iñurritza, a tan sólo unos cientos de metros del casco urbano: un espacio fascinante de dunas móviles y fijas abiertas al mar entre la desembocadura del pequeño arroyo que le da nombre y los acantilados rocosos del puntal de Mollarri. Una pasarela permite acceder a este bello paraje marino y contemplar la flora y fauna del lugar sin poner en riesgo su delicado ecosistema.

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Biotopo Protegido de Iñurritza

Y para terminar, la ermita de Santa Bárbara, a la que se llega por la senda que lleva a Getaria. Construida en el siglo XVIII  gracias a las limosnas, hasta ella llevaban los pescadores de antaño partes de las   ballenas capturadas como ofrenda. Hoy, cuando la industria ballenera no es más que un lejano recuerdo, tan lejano como las aventuras que poblaban la memoria del barojiano  Shanti Andía, la ermita se alza como un extraordinario mirador a la playa y a la villa de Zarautz.

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Ermita de Santa Bárbara

SAN SEBASTIÁN (DONOSTIA)

¡San Sebastián!, palabras mayores. Decía Paul Morand que las ciudades pueden clasificarse en dos clases: las que te retienen el tiempo suficiente para ver sus monumentos y conocer su historia, y las que te cautivan para siempre. San Sebastián pertenece a estas últimas. Es la primera pata del turismo en el País Vasco y un referente de los veraneos elegantes de la belle époque en España, pero sobre todo es una ciudad que contiene un paisaje: el monte Igueldo, la isla de Santa Clara y el monte Urgull, que cierran la icónica playa de La Concha, y ayudan a contemplar su belleza desde perspectivas distintas.

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Paseo de la Concha – Fotografía: Javier Larrea

Qué ver en San Sebastián

No es fácil reflejar en pocas palabras todos los matices de San Sebastián. Además, se ha escrito tanto sobre ella  que hay que hacer un esfuerzo titánico por distanciarse y volver a ver la ciudad como si fuera la primera vez, como si se la enseñaras a un hijo pequeño o a un marciano que aterrizara desde del parque de atracciones que hay en el monte Igueldo.

El primer consejo: para captar todo el encanto de Donosti  hay que visitarlo tanto de día como de noche. Ambas visiones son complementarias e imprescindibles. Otra recomendación: pasear y pasear por la ciudad hasta caer agotados, y si el día se presenta lluvioso, con ese sirimiri que también forma parte de la imagen de San Sebastián, no se amarguen ni se arredren, relájense y experimenten el placer de caminar por una ciudad – como dice Raúl Guerra Garrido –  paseable de este a oeste, dede la Paloma de la Paz de Néstor Basterrechea al Peine de los vientos de Chillida, pasando por la Construcción Vacía de Oteiza, sin necesidad de salvar más desnivel que los breves escalones del puerto.

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Paloma de la Paz de Néstor Basterretxea

Monte Igueldo

Quizá un buen lugar para empezar la visita sea el monte Igueldo, al que se sube por un viejo funicular con vagones de añeja madera despintada, asegurados sucesivamente por el encargado del ingenio. Allí arriba, San Sebastián tiene un parque de atracciones anclado en el tiempo. Fue inaugurado por la reina regente María Cristina de Habsburgo Lorena, viuda de Alfonso XII, a comienzos del siglo XX y uno diría que no ha cambiado mucho desde entonces. Hay quien piensa que es un atraso; yo lo encuentro fascinante, un verdadero túnel del tiempo, con sus casetas de tiro al blanco, su Montaña Suiza, su  Río Misterioso, el Gran Laberinto, cuya inauguración Fernando Savater recuerda como uno de los acontecimientos de su infancia…

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Montaña rusa del parque de atracciones del Monte Igueldo

Y claro, desde el monte Igueldo se tiene una de las panorámicas más memorables de la ciudad: el mar, la isla de santa Clara, la bahía, el emblemático paseo de la Concha, el monte Urgull con el Sagrado Corazón de Jesús en lo alto.

Peine de los Vientos

A los pies del monte Igueldo se encuentra la playa de Ondarreta, con sus casetas a rayas blancas y azules, los colores de la ciudad, y en el extremo occidental de esta playa, se alza uno de los iconos modernos de San Sebastián, el Peine de los Vientos, de Eduardo Chillida y Luis Peña Ganchegui.  Se trata de un monumento formado por varias terrazas de granito y tres piezas de acero que se adelantan hacia el horizonte, desafiándonos a ver el viento mientras la espuma de las olas nos azota la cara

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Peine de los Vientos

Palacio de Miramar

Lo ordenó construir María Cristina y se alza sobre el promontorio del Pico del Loro, que separa las playas de Ondarreta y La Concha. San Sebastián fue la pasión más perdurable de la reina regente y este palacete de estilo inglés diseñado por el prestigioso arquitecto Selden  Wornum es, sin duda, el mayor recuerdo de ese amor. Vale la pena pasear por sus jardines: la vista es de las que nos se olvida.

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Palacio Miramar

La playa y el paseo de La Concha

Resulta imposible hablar de San Sebastián y no pensar inmediatamente en La Concha, con la isla de Santa Clara al fondo y la famosa barandilla de blanca guirnalda al fondo.    Era la playa preferida de la reina María Cristina y detrás de ella llegó la vieja aristocracia.  César González Ruano dijo, en una ocasión, que era uno de los mejores lugares del mundo para pasear. Y se trata, sin duda, de la mayor aportación guipuzcoana al paisaje universal del turismo.  Nadie la ha descrito mejor que Fernando Savater en su impagable guía de la ciudad, publicada por la editorial Confluencias:

“El mayor acierto de La Concha es su tamaño: está hecha pase ser paseada, nadada, contemplada, disfrutada de todas las maneras posibles. Es chic y civilizada, pero el abrazo de sus montes y la nave central de la isla de Santa Clara ponen la nota campestre y el fondo del puerto y la Parte Vieja aportan raigambre popular. Resulta elegante, con su divinamente encajado Club Náutico en un extremo fingiendo ser el yate más perezoso de los mares y su palacio de Miramar, tan inglés, en el otro, pero no cursi. Tiene un poco de todo y además personalidad propia, reposada, algo presumida en los arrebolados atardeceres, fantástica y tersa en plata líquida de las madrugadas. Quien no la ha visto a todas horas y en todas las épocas del año, no puede decir realmente que la ha visto”.

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Playa de la Concha

Hoteles y cine

Los hoteles antiguos y distinguidos también se encuentran entre los monumentos más característicos  de San Sebastián. No hay que olvidar que esta ciudad vivió sus días de esplendor en la belle époque y que por aquí han pasado desde reyes y reinas a célebres  espías como Mata Hari y estrellas del viejo Hollywood como Bette Davis, Lauren Bacall o Robert Mitchum. Y tampoco puede ignorarse que su Festival Internacional de Cine conserva aún parte de aquel glamour.

Recuerdo una divertida anécdota que contaba Maruja Torres con motivo de la presencia de Robert Mitchum para recoger el premio a toda su carrera. Estamos en el año 1993 y dos señoras  de la buena sociedad donostiarra hablan sobre el homenajeado. “Es el más grande de los que ha venido”, dice una. “Mujer, tampoco exageres, que aquí hemos tenido a Gregory Peck”, replica la otra. “Sí”, contesta la primera con voz soñadora. “ Con ese yo me habría casado”. Y seguidamente, añade: “Pero con Mitchum, casa y todo con el otro, me habría fugado a la selva”.

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Terraza del Hotel María Cristina

Cinéfilo como soy, uno puedo dejar de aconsejar la terraza del Hotel María Cristina, mítico edificio de principios de siglo donde se alojan las estrellas que acuden al Festival Internacional de Cine. Aunque, claro, si he de elegir un hotel en la ciudad, me quedo con el Londres, vecino del ya desaparecido del lujoso  Continental Palace, donde se hospedaban Gary Cooper y Marlene Dietrich en Deseo, la deliciosa comedia de Frank Borzage.

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Hotel Londres

De pintxos por el casco viejo de  San Sebastián

La playa y el paseo de La Concha se completan y complementan con los jardines de Alderdi-Eder, que conducen, por un lado, al muelle, con sus pequeñas embarcaciones y ese recuerdo de la belle époque que es el Club Náutico, y, por otro, al centro histórico, la parte vieja, un rectángulo perfecto delimitado por el puerto, el monte Urgull, la desembocadura del río Urumea y la avenida del Boulevard.

Calles estrechas y rectas, casas antiguas, balcones con geranios, pequeños comercios… eso es la diminuta parte vieja de San Sebastián. Y bares y restaurantes, claro, porque el viejo centro histórico de San Sebastián  atesora un mundo gastronómico de primerísimo nivel. Escribe, con razón, Fernando Savater:

“En la parte vieja, como corsaria de la vieja nueva cocina, se suceden inacabables variantes de pintxos, pintxos, no banderillas, pero las “Gildas” permanecen omnipresentes: guindillas verdes suavemente picantes, a poder ser de la isla de Santa Clara, ensartadas con anchoa y aceituna: homenaje a Rita Hayworth y a un Festival de Cine que ya se ha hecho fiesta patronal”.

pintxos donostia

Barra de pintxos de la parte veja de Donostia

Museo San Telmo

Además de pintxos, en la parte vieja encontramos la iglesia gótica de San Vicente, que parece excavada en el monte Urgull; la basílica de Santa María, con portada churrigueresca del siglo XVIII; y el Museo de San Telmo, un hermoso convento de dominicos fundado en la primera mitad del siglo XVI por el secretario de Carlos V, don Alonso de Idiáquez.

El Museo de San Telmo es un lugar que no puedes perderte. Su delicioso claustro renacentista hospeda estelas funerarias de gran antigüedad, de las que tanto han influido en la escultura de Oteiza. Y la iglesia está decorada con frescos de José María Sert, ochocientos metros cuadrados de pescadores, armadores navegantes, ferrones y comerciantes, un canto titánico al pueblo vasco, a sus historias y leyendas.

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Claustro del San Telmo

Boulevard

Y llegamos al Boulevard, que marca el final del casco viejo y el inicio del ensanche, de calles majestuosas y bellos edificios decimonónicos. Dice García de Cortázar que nunca se ha sentido tan cerca de París, lejos de París, como en esta parte de San Sebastián. Y sin duda, representa uno de los toques afrancesados de la ciudad. Su joya más encantadora, el proporcionado y gracioso quiosco modernista.

Y ya que hablamos de recuerdos parisienses, hay que mencionar el Teatro Victoria Eugenia, edificio elegantísimo y tan francés que parece directamente trasplantado de las orillas del sena a la del Urumea. Junto al Hotel María Cristina ( ambos son de la misma época), constituye lo más distinguido arquitectónicamente de la ciudad.

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Boulevard y quiosco modernista de San Sebastián

Puente María Cristina

¿Y qué decir de los puentes que atraviesan el Urumea? Savater les dedica todo un capítulo en su guía de la ciudad. Y en verdad, son otro de los rasgos distintivos de San Sebastián. Escribe Savater:

“De los tres puentes que cruzan nuestro río Urumea, el más antiguo es el de Santa Catalina, que prolonga la Avenida de la Libertad camino de Gros. Pero los dos más hermosos, para mi gusto, son los que lo flanquean río abajo y río arriba”.

Estoy de acuerdo. El puente de La Zurriola y el de María Cristina son dos puentes encantadores. El primero, con el Kursaal al fondo. El segundo, con una visión memorable a los hermosos edificios y el arbolado melancólico de los paseos de los Fueros y de Francia. Otro pedacito de París.

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Puente de María Cristina con el Paseo de los Fueros al fondo

El Kursaal

El Kursaal puede discutirse por su emplazamiento (tapa, como un muro ciego, el mar y la playa de La Zurriola), pero nunca por su arquitectura. La fachada de cristal rugoso de esta inteligente  obra de Rafael Moneo imita al mar y refleja la atmósfera cambiante del golfo de Vizcaya. Más aún. Escribe Manuel de Lope:

“Hay muchas maneras de dominar el entorno. El Kursaal es tan ajeno al suyo como un bloque de hielo caído del espacio que, sin embargo, entra en resonancia con los elementos primarios del paisaje.  Su contacto con el mar y el cielo deja de ser un reflejo para convertirse en una apropiación”.

El Kursaal es, además, uno de los escenarios del Festival de Jazz, el otro plato fuerte de los acontecimientos culturales que acoge San Sebastián.

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Playa de la Zurriola y el Kursaal iluminado

Paseo nuevo

Otro paseo inexcusable. Muy paisajístico, poseído por el horizonte azul del mar y la verticalidad rocosa contra la que impactan las olas, rodea el monte Urgull y concluye en la Construcción Vacía de Oteiza, donde también se disfruta de una precio vista de San Sebastián y su bahía.

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Paseo Nuevo San Sebastián

Monte Urgull

Y para terminar, nada mejor que subir al monte Urgull, un cuidado parque que ayuda a entender la historia de la ciudad a partir de los restos supervivientes de la fortaleza militar o del melancólico cementerio de los ingleses muertos en 1813, durante el asedio de las tropas napoleónicas, quizá el rincón más romántico de San Sebastián  Y claro, desde allí, otra maravillosa panorámica de la ciudad.

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Cementerio de los Ingleses

Esta es mi propuesta, pero si hay una ciudad en el País Vasco que permite ser degustada a la carta, esa es San Sebastián.

CHILLIDA LEKU

Una visita muy recomendable de la que, sorprendentemente,  prescinde muchas gente es Chillida Leku, a menos de siete kilómetros de San Sebastián. Su página oficial dice que es “un museo único, confeccionado en sí mismo como una gran obra de arte”. Estoy de acuerdo, pero sólo en parte, porque es mucho más que un museo, es el sueño de toda una vida, un espacio mágico, un lugar donde la naturaleza y el arte se combinan creando una suerte de hechizo que arrebata al visitante.

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Jardín de Chillida Leku  –  Fotografía: Javi Vázquez

PASAI DONIBANE (PASAJES DE SAN JUAN)

También a muy poquitos kilómetros de San Sebastián encontramos otra visita imprescindible: Pasajes de San Pedro y Pasajes de San Juan, uno enfrente del otro. Por carretera son cinco minutos, pero merece la pena ir a pie por el monte Ulía: nueve kilómetros con impresionantes acantilados y vistas de las que no se olvidan fácilmente.

Dice Manuel de Lope que sólo caben palabras de elogio al bien conservado sabor marinero de Pasajes de San Juan. Es verdad. Victor Hugo se enamoró de este diminuto pueblo guipuzcoano a primera vista y no se cansó de recorrer su única calle de fachadas coloristas durante las mañanas de la semana que pasó en él el año 1843. Escribió simplemente: “un pequeño edén resplandeciente que sería admirado si estuviera en Suiza y célebre si estuviera en Italia”.

Creo que no hace falta decir más, porque el tiempo no ha modificado el lugar. La calle que junta la montaña con el mar y su hilera de casas sigue ahí. Y también sigue ahí la deliciosa bahía.

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Pasajes de San Juan

HONDARRIBIA (FUENTARRABIA)

A la salida de Pasajes se continúa por la GI-3440. A 17 kilómetros encontramos Fuenterrabía, Hondarribia en euskera, vieja villa fortificada que acumula más historia que casas y habitantes. Sus murallas recuerdan un sinfín de asedios y también las sombras fugaces de las princesas y reinas, españolas o forasteras, que por aquí pasaron, yendo o viniendo de Francia y del resto de Europa.

Sí, la historia nos sale al paso en cada esquina de Hondarribi. Una placa a las afueras aún recuerda, por ejemplo, el sitio de 1638, del que la villa salió victoriosa, dejando tan satisfecho al conde-duque de Olivares que encargó a Velázquez el extraordinario retrato ecuestre que puede verse en el Museo del Prado. Veintiún años después,  su carácter fronterizo convirtió esta villa en uno de los escenarios privilegiados de la paz de los Pirineos (1659), con la que Felipe IV reconocía el ocaso del imperio español en el Viejo Continente y despedía a su hija María Teresa, que salía hacia París para contraer matrimonio con Luis XIV.

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Detalle de las murallas de Hondarribia

Escribe Fernando García de Cortázar en su Viaje al corazón de España:

“Hay ciudades que se muestran de una vez. Uno las mira, aunque sea desde lejos, y sabe enseguida que son bellas y que se sienten orgullosas de su belleza. No hace falta nombrarlas, pues están en boca de todos. Fuenterrabía, mirando a la francesa Hendaya cara a cara, es una de ellas, una perfecta combinación de bonita bahía, desembocadura de río (el Bidasoa) y museo al aire libre”.

Es verdad. Y además, está viva, acomodada perfectamente al clima, a su historia, a su playa (vacía y extensa en invierno, abarrotada en verano) y al bullicio de sus bares.

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Bahía de Fuenterrebia

Hondarribia consta de dos partes bien diferenciadas. El viejo reciento amurallado o parte alta, el centro histórico donde se agrupan los vetustos caserones señoriales. Y el barrio de La Marina, la parte baja y nueva de la ciudad, un encantador escaparate de arquitectura tradicional lleno de comercios, restaurantes y bares genuinos.

La mejor recomendación para disfrutar de esta bellísima villa  es pasearla, perderse una y otra vez. Por el camino daréis siempre con esos lugares imprescindibles que debéis ver antes de volver a la carretera.

Murallas

Son la prueba evidente del carácter fronterizo de Hondarribia. Realizadas en mampostería con piedra caliza del monte Jaizkibel, circundan la parte vieja. Para acceder a esta hay que cruzar el Pórtico de Santa María, sobrio preámbulo del museo al aire libre que nos aguarda.

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Pórtico de Santa María

Plaza de Armas y Plaza Gipuzkoa

Son los puntos más concurridos del centro histórico, adoquinado, laberíntico, muy evocador. Siguiendo la calle Mayor no tardamos en llegar a la plaza de Armas, donde se alza el castillo de Carlos V, hoy Parador Nacional. No lejos, damos con la plaza Guipúzcoa, porticada, empedrada, rodeada de cafés y galerías de arte.

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Plaza Guipúzcoa – Fotografía: Jesús León

La Marina

Es las parte baja de la ciudad, el centro de la vida social. Restaurantes, comercios, terrazas… Y una sucesión encantadora de fachadas blancas con balcones verdes y azules, ejemplo perfecto y cuidadísimo de arquitectura popular.

¡Ah!, y si disfrutas con la mejor gastronomía, aquí tienes una parada obligada, y es que , en cuestión de pintxos, La Marina de Hondarribia no tiene nada que envidiar a la parte vieja de San Sebastián.

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Casas tradicionales del Barrio de la Marina

El Paseo de Butrón y Faro de Higuer

Es el camino que va a la playa. Otro lujo suculento, en este caso para la mirada. Y puestos a hablar de vistas, ninguna mejor que las panorámicas que se disfrutan por el sendero que sale de la misma playa y lleva al Faro de Higuer,  desde el que se deja ver el mar, la desembocadura del Bidasoa y la bahía.

Todo lo demás es producto de los paseos por la ciudad – la parte vieja y la nueva -, sus iglesias,  mansiones señoriales, casas tradicionales, tabernas y restaurantes. Nada más y nada menos.

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Playa de Hondarribia

QUÉ COMER EN SAN SEBASTIAN Y ALREDEDORES

La gastronomía es una clara seña de identidad del País Vasco. No en vano, es uno de los paraísos gastronómicos de España. La oferta es infinita y la calidad de sus restaurantes tanta, que mencionarlos todos se antoja imposible. Ruta por la costa, la vianda por excelencia de nuestra propuesta es el pescado. Platos que unas veces matizan el sabor de la materia prima  y, otras, juegan con ácidos y picante (vinagre y guindilla). La  merluza como reina absoluta: a la plancha, en salsa verde, rebozada, con cocochas y almejas. Claro, que la merluza sólo es el principio de una lista de excelentes pescados: besugo, bonito, anchoa, angula, bacalao… Tampoco podemos olvidar los mariscos, con especial predilección por los centollos y percebes. Y por supuesto, las carnes rojas, con el chuletón de buey a la cabeza.

Merluza en salsa verde a la donostiarra

Merluza en salsa verde

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